Jerusha Abbott, interna en un orfanato, demuestra poseer grandes dotes para la literatura. Un día, un misterioso protector de la institución decide pagarle los estudios en la universidad, pero, a cambio, desea permanecer en el anonimato. La única condición es que la niña le escriba periódicamente contándole sus progresos en los estudios. Jerusha, que solo conoce la sombra espigada de su benefactor, decide apodarlo Papaíto-Piernas-Largas, y comienza a enviarle unas cartas divertidas y también inocentes. Pero a medida que pasa el tiempo, el tono de las cartas revela la inteligencia y la gran sensibilidad de la niña que se ha convertido en mujer. Papaíto-Piernas-Largas sigue en su papel de confidente anónimo, pero le reserva una gran sorpresa a su protegida. Le escribe con entusiasmo y alegría, contándole, en cartas cada vez más largas, todas sus experiencias... hasta llegar a convertirlo en su gran amigo y confidente, a pesar de que el jamás le contesta personalmente. Una novela encantadora y emocionante. Jerusha Abbot, llena de imaginación y sentido del humor, es una adolescente que descubre las incontables facetas que le depara la vida, en las cartas le cuenta sus logros, penas, problemas, ilusiones y sueños. Jerusha y Julia fueron a la granja de su tío (Jervis), Jerusha conoce a Jervis Pendleton (tío de Julia), ella queda maravillada con la forma de ser de este sujeto, con el paso de los meses Jerusha se enamora de Jervis, pero los dos se hunden en desentendimientos hiriéndose mutuamente así que ella lo rechaza no por no quererlo, sino por quererlo demasiado. Al pasar de los días recibe una carta de Papaíto Piernas Largas ( el benefactor de Jerusha) quien le pide que continúe su estadía en Los Sauces (Granja de Jervis Pendleton), por consiguiente su amiga Julia le comenta que el Tío Jervis está enfermo, en ese momento Jerusha se da cuenta de que Jervis Pendleton es Papaíto Piernas Largas, nuestra protagonista se enamoro de Jervis Pendleton, se volvieron a ver Jerusha lo fue a visitar estuvieron media hora juntos conversando, luego ella tuvo que marcharse pues llego el médico. Poniendo fin a esta novela Jerusha escribe en su última carta: Te extraño horriblemente, Jervie querido, pero es una nostalgia feliz; pronto estaremos juntos y ahora sí que nos pertenecemos sin duda alguna; nada de juegos de "hacer creer". Parce raro que yo por fin a alguien ¿no? Pero es una sensación muy, muy dulce.... Y no dejaré que lo lamentes ni un solo instante. Tuya para siempre, Judy P.D. Esta es la primera carta de amor que escribo en mi vida. ¿No es una maravilla que haya sabido cómo hacerla?